Muchos creen que la Mona Lisa fue sustraída de Italia para terminar por cosas del destino entre los cuadros del Louvre en Francia. La verdad, esto no es así. Resulta que la Mona Lisa llegó a Francia de la mano del propio Leonardo da Vinci entre 1503 y 1506, luego de aceptar la invitación del rey Francisco I de Francia para trasladarse a la mansión de Clos Lucé, cerca de donde el monarca habitaba con su corte.
La Mona Lisa en Francia
Fue aquí donde Leonardo pasó los últimos tres años de su vida y fue enterrado en 1519. Y fue aquí donde la Mona Lisa cambió de manos, aunque no hay documentos oficiales que den fe de ello. Sin embargo, todavía queda una duda: ¿fue el propio Leonardo quien vendió la obra o fueron sus herederos junto con otros cuadros? ¿Y fue pagada o donada?
Lo cierto es que la obra permaneció en la colección del rey Francisco I de Francia durante décadas. Fue en los años de la revolución francesa que la Mona Lisa fue a parar al Louvre. Y hasta el día de hoy no se ha movido de allí, salvo por un breve periodo de tiempo en el que estuvo en poder de un italiano, Vincenzo Peruggia, cuya curiosa historia veremos a continuación.
Vincenzo Peruggia
La mañana del lunes 21 de agosto de 1911, Vincenzo Peruggia, aprovechando un descuido de la vigilancia del Louvre, sacó el cuadro de la Mona Lisa de su protección de vidrio, retiró la pintura y se la llevó a su casa. Recién al día siguiente, martes 22, las autoridades del museo se percataron del robo, y el miércoles 23, la noticia ya era portada de todos los diarios franceses: la desaparición de la Mona Lisa era ya un escándalo nacional.
La policía de París estaba bajo presión y, entre otros, detiene al poeta Guillaume Apollinaire y a su amigo Pablo Picasso, entonces pintor desconocido culpable de haber comprado unas cabezas de piedra desaparecidas del Louvre. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no lograron dar con el autor del robo, y así pasaron dos años en los que prácticamente se había dado la obra por perdida para siempre.
Dos años perdida
¿Qué pasó durante todo ese tiempo con la Mona Lisa en manos de Vincenzo Peruggia? Nada se sabe. Sólo que el 9 de diciembre de 1913, el protagonista de esta historia tenía una reunión muy importante, en Italia, con el coleccionista Alfredo Geri, a quien le había ofrecido la Mona Lisa. Tampoco se sabe por qué había esperado tanto tiempo para deshacerse de ella. Quizá aguardaba a que se calmasen las aguas para poder negociar la pintura, lo cierto es que el coleccionista no estaba muy convencido de la oferta, y se presentó a la cita junto con otro colega seguro de que se tratase de una farsa.
Grande fue su sorpresa cuando tuvo frente a sus ojos a la única y verdadera Mona Lisa. El coleccionista se dio cuenta de lo que se trataba, así que le tendió una trampa a Peruggia, le dijo que necesitaba traer a unos expertos para analizar al detalle la obra y autentificarla. Pues bien, en vez de traer a los expertos, trajo a la policía, y el inocente Vincenzo Peruggia que se esperaba una buena suma de dinero al final del día terminó en la comisaría.
Un acto patriótico
Frente a las autoridades Peruggia alegó que robó la Mona Lisa para devolver a Italia una de las muchas obras maestras robadas por Napoleón. Lástima que ignorara que la Mona Lisa había llegado a Francia junto con Leonardo. El juicio se celebró en Florencia en junio de 1914. Peruggia inmediatamente se ganó las simpatías de la opinión pública y los periódicos. La sentencia fue leve: un año y quince días, luego reducida a siete meses y ocho días.
Mientras tanto, después de ser mostrado al público en Firenze, Roma y Milano, el 31 de diciembre de 1913, el lienzo recuperado llegó a París siendo reubicado en su antiguo marco que había permanecido vació por casi dos años.
Luego del escándalo Peruggia participó en la Primera Guerra Mundial, a su regreso se casó y volvió a París, donde nació su hija Celestina. Solo un año después, el 8 de octubre de 1925, moriría de un ataque al corazón, el mismo día de su cumpleaños número 44.